
En medio de un panorama económico global cada vez más incierto, una cuestión fundamental ha comenzado a preocupar a analistas e inversores: ¿la inteligencia artificial genera inflación o deflación? Esta duda no es solo académica. La respuesta puede determinar cómo se moverán los mercados en los próximos años.
Esta pregunta clave fue planteada recientemente por Michael Hartnett, estratega jefe de inversiones de Bank of America, quien advirtió que la irrupción de la IA podría tener consecuencias radicales en la dinámica de precios y salarios. Según Hartnett, si la IA reduce los costes laborales, podríamos estar ante una fuerza deflacionaria a largo plazo. Pero si acelera la demanda de energía, infraestructura y datos, también podría ser altamente inflacionaria.
¿Y qué papel juegan las criptomonedas?
En este contexto de disrupción tecnológica, las criptomonedas se han convertido en un refugio para quienes temen las políticas monetarias convencionales. Bitcoin y Ethereum no solo han mostrado resistencia ante la inflación, sino que también se perfilan como activos clave en una economía cada vez más digitalizada. Plataformas como CoinMarketCap permiten seguir en tiempo real el impacto que eventos macroeconómicos tienen en estos activos.
Señales contradictorias en el mercado
Lo preocupante es que los inversores institucionales están divididos. Mientras algunos fondos comienzan a cargar más activos relacionados con la IA y el big data, otros prefieren mantenerse al margen, temiendo una posible burbuja. Y mientras tanto, el mercado laboral sigue ajustándose, con despidos masivos en algunas industrias tradicionales y contrataciones agresivas en sectores tecnológicos.
Un informe de Reuters sugiere que los bancos centrales podrían estar sobrestimando la estabilidad actual, sin tener en cuenta el efecto acelerador de la IA en el crecimiento de la productividad y el cambio estructural.
Conclusión
¿La inteligencia artificial genera inflación o deflación? La respuesta todavía no está clara, pero lo que sí es seguro es que la IA está transformando radicalmente todos los sectores. Quienes no se adapten a esta nueva era tecnológica —incluyendo gobiernos, bancos y ciudadanos— podrían quedarse atrás en una de las mayores revoluciones económicas de nuestro tiempo.